23.1.09

La carne de los Dioses: "Frost/Nixon" y "The Sun"

Ahora que Barack Hussein Obama acaba de tomar posesión de su cargo como Presidente de Estados Unidos en un ritual político de naturaleza cuasi-religiosa, creo que es un buen momento para comentar las dos películas que acabo de ver, que hablan, ambas, de cómo el poder transforma a los hombres.


La primera, "Frost/Nixon", es una reconstitución de la serie de entrevistas que el periodista inglés David Frost hizo al ex-presidente Richard Nixon, meses después de que éste se viera obligado a dimitir de su cargo bajo la amenaza de un proceso de "impeachment" a raíz del escándalo de Watergate. Como decía hace unos días de "La Guerra de Charlie Wilson", aquí lo importante no es el director, sino la idea, el concepto que el film vehicula. Ron Howard es un profesional de Hollywood, un espcialista en taquillazos mediocres como "Una Mente Maravillosa" o "El Código Da Vinci"; en este caso tiene el buen gusto de filmar con sobriedad y sin dramatismo, respetando la naturaleza del proyecto. Lo importante es el material de origen: una obra de teatro de Pater Morgan, que se estrenó en 2006 en Londres con gran éxito de crítica.

La película trata tanto sobre Frost como sobre Nixon, sobre el poder de los medios de comunicación como sobre la corrupción del poder político. Con acierto, los productores han mantenido a los actores que les interpretaron en escena y la película, gracias a ellos y a la sobriedad de Howard, consigue concentrarse en lo esencial.


Es la historia de cómo Frost consiguió que Nixon admitiera por primera vez en público su implicación en el escándalo de Watergate (sin consecuencias legales, pues había recibido el perdón absoluto de su vice-presidente y sucesor en el cargo, Gerald Ford). Todo el interés de la película radica en esos pocos minutos y en sus implicaciones históricas. Me quedo con dos elementos:

Nixon admite que lo que hizo era ilegal, pero afirma a la vez que no lo era, puesto que era Presidente en aquel momento. El Presidente, en su opinión, está por encima de la ley. Esa posición tan insultantemente anti-democrática traiciona una concepción mística del poder. El Presidente no es un hombre; es una entidad de poder; está por encima de sus súbditos y la ley no le alcanza. Es un Dios. Nixon había creído ser Dios y eso le había deshumanizado. Sólo en el momento en que admite su error ante las cámaras vuelve a ser hombre a ojos de todos nosotros.

El único error de Howard en la dirección es querer añadir una pátina de realismo al poner a algunos de los actores que interpretan personajes secundarios haciendo declaraciones desde el momento presente, facilitándonos una interpretación de los hechos que, por obvia, es inútil. En uno de esos momentos se subraya algo importante: la naturaleza misma de la entrevista televisiva hace que ese proyecto de entrevista seria, llena de gravedad histórica, parezca utópico: la imagen simplifica, el tiempo es limitado, el montaje rompe la lógica para recrear una artificial. Una entrevista televisada no puede valer un buen libro: siempre se pierden demasiados detalles y todo se reduce a pequeñas frases o interminables litanías. Al mismo tiempo, nadie puede subestimar el poder de la imagen, de ver al propio Nixon admitiendo la verdad ante millones de personas; su poder de convicción es mucho mayor que el de un libro. Ese poder reduccionista de la imagen es un arma de doble filo: puede banalizar lo complejo o puede sublimar lo que las palabras solas no consiguen encerrar.


La segunda película, "The Sun", es la historia del hijo de la Diosa Sol. Ese Dios quiere dejar de serlo y convertirse en hombre. A sus súbditos, que le adoran como un Dios, les dice: "mi cuerpo es como el tuyo", pero estos se niegan a aceptarlo y él queda condenado a vivir encerrado en ese estatus, sin poder ser hombre. Un día, parece que llega el final de todo; un poder avasallador ha destrozado su reino. Una especie de demonio le hace llamar y él acude. El pacto del Diablo es sencillo: dame el poder y haré de ti un hombre. El Dios acepta y el Diablo envía a su casa a fotógrafos, que toman fotos de él, las muestran a sus súbditos y dicen: "Ved, es un hombre". Ya es un hombre, tiene mujer e hijos, tiene un cuerpo, una sonrisa. Toda una nueva vida le espera.

En otras palabras, "The Sun", de Alexander Sokurov, es la historia del Emperador Hirohito en el momento de la derrota definitiva de Japón y de su relación con el general McArthur. Sokurov la narra como un cuento tétrico, lleno de detalles y resumido en una serie de largas escenas. El estilo de este director ruso puede crispar a mucha gente, sobre todo por su lentitud, pero yo creo que pocos directores son capaces de crear una atmósfera tan particular y personal y de contar una historia que todos conocemos de un modo tan oblicuo, dando su propia interpetación literaria de los hechos históricos. Creo que "The Sun" es una gran película y estoy deseando ver otras obras de Sokurov, empezando por las otras componentes de su serie sobre hombres de poder, en que se inscribe ésta: "Moloch", sobre Hitler y Eva Braun; "Taurus", sobre Lenin.


Y de nuevo el poder de la imagen: las fotografías de ese Dios al que nunca habían visto desmuestra a los japoneses que el Emperador realmente existe, que es un hombre con un cuerpo que la luz no atraviesa. Esas fotografías tenían mucho más poder que mil razonamientos.

La carne de los Dioses.

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