14.5.12

"Open City" de Teju Cole.

"Open City", que será publicado en castellano por Acantilado en Septiembre 2012, no es ni una novela, ni un ensayo, ni un libro de memorias. Es un híbrido bastante inclasificable, lo cual, dicho sea de paso, no constituye en sí una gran novedad. Hace ya mucho tiempo que las barreras estrictas entre géneros empezaron a quedar caducas a la hora de clasificar las obras literarias más interesantes. Muchas veces es precisamente esa falta de respeto por las fronteras entre géneros lo que las hace realmente apasionantes.
Este libro es lo que a los críticos anglosajones les ha dado por llamar "novela post-colonial", como "Netherland" de Joseph O'Neill, simplemente porque refleja lo que es evidente en todas las grandes ciudades del mundo occidental, la abigarrada mezcla de lenguas, gastronomías, culturas y colores de piel que constituye el paisaje que muchos de nosotros atravesamos cotidianamente. En este caso, para más inri, tanto Cole como el alter ego que protagoniza y narra la obra, Julius, nacieron y se criaron en Nigeria, pero viven y trabajan en Nueva York y han asimilado la cultura occidental hasta el punto de conocerla con gran profundidad, sin por ello haber dejado de lado ese rumor de fondo de la cultura africana en la que se arraiga su infancia.

"Open City" es una narración primorosamente escrita, con una prosa culta pero fluida y con un sentido del detalle que abre los ojos ante situaciones y cosas aparentemente banales. Durante casi todo el libro, la trama brilla por su ausencia, por mucho que algunos críticos se hayan esfozado en poner de relieve la fuerza de la construcción de la obra. En realidad, el conjunto del libro no se sostiene por una construcción sólida sino por el poderío de la prosa y las permanentes ocurrencias del autor, siempre interesantes, con frecuencia hipnóticas. Los paseos por los distintos barrios de Nueva York llegan a ser fascinantes sin que en realidad le ocurra nada ecepcional a Julius: es simplemente su capacidad para poner el dedo sobre los misterios que nos rodean y para hacernos compartir su inmensa cultura sin parecer (excesivamente) pedante. La estancia de Julius en Bruselas, donde llega en busca de su abuela sin realmente buscarla en ningún momento, es un típico ejemplo de falso conato de trama narrativa. En realidad, en Bruselas (ciudad en la que resido y que Cole retrata magistralmente: no deja de llover ni un momento en varias semanas) Julius simplemente continúa sus reflexiones y se deja llevar por encuentros azarosos para añadir una capa más a su retrato del mundo después del 11 de Septiembre.

Probablemente sea en el tramo de Bruselas donde la sombra de W.G. Sebald se hace más palpable, pues el autor alemán describió la ciudad en varios de sus libros, subrayando la locura de la construcción del Palacio de Justicia e interpretando la grisura de la capital belga como una especie de penitencia por los crímenes del Congo. Sebald es, en todo caso, la referencia ineludible de Teju Cole y lo cierto es que "Open City" palidece en la comparación con "los Anillos de Saturno", por no hablar de "Austerlitz". Una de las claves del éxito literario de Sebald reside, en mi opinión, en su obstinanción por evitar convertir al narrador en protagonista. El narrador de Sebald se pasea y nos muestra lo que ve desde un punto de vista subjetivo, pero evita en todo momento desarrollar esa figura para convertir al narrador en personaje y a través de él alimentar la trama. Cole, sin duda preocupado por los efectos nocivos que la ausencia de trama puede tener en el lector, no puede evitar caer en la tentación de hacer de Julius algo más que un simple observador. Por un lado, eso permite introducir con naturalidad algunos de los mejores momentos del libro, compuestos de recuerdos de infancia en Nigeria (cuántas veces me ha parecido que los mejores momentos de un libro son los recuerdos de infancia...), que son conmovedores pasajes llenos de fuerza. Por otra lado, ese afán por fabricar un personaje y una trama le lleva a introducir con calzador a un personaje femenino sin sustancia (una chica que se cruza en Nueva York, a la que conoce de su adolescencia en Nigeria), sólo para al final del libro dar un golpe de efecto narrativo que sorprende y deja al lector un poco K.O., pero que, a fin de cuentas, resulta futil. Puestos a hacer un libro tan sebaldiano, Cole podía haber respetado las reglas del juego y no desviarnos hacia derroteros tan ajenos a la naturaleza de esta literatura.


Pero no seamos injustos: "Open City" es un muy buen libro, una primera obra realmente sorprendente y estimulante, que no puedo menos que recomendar vivamente.