6.6.12

Ficción e Historia, 3 caminos: Cercas, Vargas Llosa y Laurent Binet.

Leyendo estos días "La fiesta del Chivo", un novelón (publicado en 2000) del peruano Mario Vargas Llosa, me he dado cuenta de que en mi mente representaba algo así como el vértice más clásico de un triángulo completado por otros libros recientes: "Anatomía de un instante" de Javier Cercas y "HHhH" del francés Laurent Binet. Cada vértice es una vía posible en el esfuerzo por reconciliar Historia y ficción.

De hecho, más allá de las muy aparentes divergencias, los parecidos entre las tres obras son profundos, todas tienen un mismo objetivo: rendir homenaje a los héroes que pusieron valientemente su vida en riesgo para acabar con regímenes dictatoriales y sangrientos en sus respectivos países.


"La fiesta del Chivo" es la minuciosa reconstrucción del asesinato del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo por parte de un grupo de enemigos del régimen, todos asqueados por sus inconcebibles excesos y dispuestos a entregar su vida por salvar el futuro de su país. En el útlimo tramo del libro, la inhumanidad de los suplicios a los que son sometidos por el hijo del dictador muerto, Ramfis, los convierte en algo más que heroes: en mártires.


"HHhH" es el fruto del deseo del autor, Laurent Binet, de rendir homenaje a los resistentes checoslovacos que atentaron contra una de las grandes figuras del régimen nazi, Reinhardt Heydrich. El título es el acrónimo de una frase en aleman que circulaba por los pasillos del régimen: el cerebro de Himmler se llama Heydrich. Heydrich, el ideólogo de la Solución Final, era uno de los mayores ejemplos de crueldad calculada del régimen y, bajo su dirección, toda Chequia estaba terrorizada. Aquí también, el final del libro está dedicado a la lenta muerte de los héroes, esta vez no bajo la tortura, sino encerrados en una iglesia, resistiendo hasta el último minuto.


Cercas, por su parte, dedica "Anatomía de un instante" a tres figuras que, durante toda la transición de España hacia la democracia y en particular durante la tentativa de Golpe de Estado del 23 de Febrero de 1981, se mantienen firmes en su heroica obstinación por sacar a España de décadas de autoritarismo y aislamiento: Adolfo Suárez, Santiago Carrillo y Manuel Gutiérrez Mellado. En cierto sentido, Cercas arregla cuentas cosigo mismo, pues admite de entrada cuánto despreciaba a Suárez en su juventud y cuánto le admira ahora con la perspectiva del tiempo y el conocimiento de los hechos. "Anatomía de un instante" nos recuerda que el 23-F no fue un anécdota folclórica en el apacible camino de la Historia de España, sino el momento definitivo en que todo se decidió y nos recuerda también que esos tres hombres, que fueron los únicos que se mantuvieron en pie en el hemiciclo a pesar de los disparos, eran conscientes de que podían morir allí mismo, en pocas horas y que su actitud fue, hablando con propiedad, heroica.

Lo que me interesan son, claro, las diferencias en el modo de tratar temas similares con intenciones similares. Todo radica en torno a la cuestión de la fidelidad a los hechos y el respeto por la Historia. Laurent Binet es el que se plantea la cuestión de modo más directo, casi diría inocente: cómo atreverse a poner palabras en la boca de Heydrich, cómo pretender penetrar la mente de ese sádico, poner en escena sus gestos. Qué insulto a las víctimas, a la gravedad histórica de lo ocurrido aquellos años, qué fradulenta concesión a la frivolidad de la ficción entendida como entretenimiento. Binet opta por la vía post-moderna más sencilla: mientras el autor/narrador se plantea todas estas dudas, sigue contándonos la vida de Heydrich y de sus asesinos, manteniéndose por lo general en el plano de lo documentable. Sin embargo, de vez en cuando, se deja deslizar hacia esa vergonzosa ficción que él mismo execra, sólo para luego arrepentirse, llegando hasta afirmar que no sabe si mantendrá en la versión final del manuscrito la escena que acabamos de leer. De este modo, "HHhH" se convierte poco a poco en un divertidísimo ejercicio de malabarismo narrativo, donde la naturaleza exacta de lo que estamos leyendo queda alegremente indefinida y la cuestión de la legitimidad del uso de la ficción para la reconstitución de la Historia queda permanentemente en el aire. Mientras tanto, esa versión deformada, ornamentada, de la Historia sigue avanzando, algo lastrada por el uso frecuente de clichés en los pasajes "novelados", pero apasionante a fin de cuentas. El último tramo del libro es palpitante, pero lo cierto es que "HHhH" es poco más que un divertido número de elasticidad intelectual.

El retrato de Heydrich que se deforma en la portada francesa de "HHhH"

Leyendo "La fiesta del Chivo", las dudas del autor/narrador de Binet me volvían una y otra vez a la cabeza. Este novelón histórico que se lee de corrido, como si de un policaco se tratara, no muestra dudas al avanzar por su recto camino, el de la novela histórica más clásica. En vargas Llosa, la profundidad del trabajo de documentación, que se refleja en la precisión de los hechos, da al autor una especie de permiso moral para inventar todo aquello que no se puede documentar. De tal modo que sabemos tanto el modelo del coche en que Trujillo fue asesinado como el último pensamiento de uno de sus asesinos al morir bajo la tortura. Hay cosas que, evidentemente, Vargas Llosa no pretende saber: simplemente se las inventa, intentando hacerlas creíbles, por ese escrupuloso respeto a la Historia y a sus víctimas que Binet la acusaría de traicionar. De tal modo que no podía evitar sentirme incómodo a la lectura del libro, pues nunca podía saber qué se había inventado y qué era cierto y he pasado luego mucho tiempo en internet intentando resolver esas dudas. ¿Por qué es tan importante distinguir lo real de lo inventado? porque gran parte de la fascinación que ejerce el libro se debe a la consciencia de su realidad historica (Dios mío, cómo es posible que esto realmente ocurriera); al mismo tiempo, la otra consciencia, la de que una parte del libro es pura invención mengua esa fascinación.

Imágenes de Trujillo, tal y como lo describe con frecuencia Vargas Llosa.

Y así llegamos a Cercas. Quizás lo más curioso de "Anatomía de un instante" es la apertura del libro, en la que el autor afirma que había escrito toda una novela histórica sobre el 23-F, sólo para, a última hora, deshecharla por completo y aprovechar todo el material acumulado apra escribir este libro. "Anatomía de un instante" no es ficción, no tiene un gramo de ficción, es puro documento (o por lo menos lo pretende), si bien su escritura es literaria en el sentido de que tiende a interpretar los hechos de una manera personal, a veces incluso poética o metafórica. El autor expone lo que conoce de una manera clara, apasionante, y nos indica los límites de este conocimiento. No sabe lo que pensaba Carrillo cuando oyó los gritos de Tejero, pero se lo imagina y presenta varias hipótesis. No sabe con exactitud que ocurrió a tal hora en tal regimiento, pero expone los hechos verificables, las suposiciones lógicas y nos presenta, con franqueza, lo que él cree que pudo haber ocurrido. En otras palabras, Cercas renuncia a la fuerza narrativa de la ficción y su libro no se lee de corrido como una novela policiaca (de hecho tiende a ser repetitivo, a pesar de ser una lectura fluida y agradable), pero nos atrapa con la fuerza de la verdad y nos avisa debidamente cuando deja volar su imaginación y la nuestra.

Los héroes del 23-F: Suárez bajando la escaleras y Gutiérrez Mellado, zarandeado.

Esta opción del escritor español tiene muchas ventajas. En "La fiesta del Chivo" hay un momento en que la fuerza narrativa se desinfla alarmantemente y hace que el lector pierda mucho interés que el libro le ha despertado y mntenido hasta entonces. Se trata de la fase política del complot contra Trujillo, que se viene abajo porque el Ministro de las Fuerzas Armadas, líder en la sombra del Golpe, no hace nada de lo que se suponía que tenía que hacer una vez muerto Trujillo. La cuestión es que no sabemos por qué, nadie sabe ni sabrá nunca por qué. Si hay una respuesta clara a esa pregunta, se la llevó él mismo a la tumba, si es que Ranfis permitió que su cadáver fuera enterrado después de meses y meses de las vejaciones más crueles que se puedan imaginar (no voy a dar detalles). Ahí, Vargas Llosa se ve atrapado: siente que no puede inventarse un motivo específico porque sería alejarse demasiado de lo documentable, pero esa falta de concreción causal no casa nada con la lógica de conjunto de su libro, esa infalible arquitectura narrativa, sólida y ejecutiva. En ese tramo de libro, la falsedad de la novela histórica me saltó a la vista y la vocecilla insidiosa de Laurent Binet se me metió en la oreja: qué fraude.

Con el "método Cercas", "La fiesta del Chivo" no habría tenido ese problema. Es perfectamente posible que el autor peruano hubiera sacado mejor provecho de su ingente documentación sobre la muerte de Trujillo renunciando a las falsedades de la novela histórica y escribiendo un libro de naturaleza documental que se permitiese lanzar hipótesis cuando se internase más allá de lo documentable. Habría sido, también, un homenaje más limpio a las víctimas de ese terrible régimen.

2 comentarios:

Kamosisa dijo...

Nacho! Leí la fiesta del chivo el año pasado. Ni que decir tiene que me impresionó. Anatomía de un instante es un libreo que todo español debería leer en secundaria. Habla más de lo que somos como país, de lo positivo y valioso que tenemos, que cualquier asignatura de historia. "HHhH" no la he leído pero prometo hacerlo.

Anónimo dijo...

Hola querido gran amigo!
Eres realmente tu?
Tania.