5.3.09

Buscando a Gus Van Sant: "Paranoid Park" y "Milk".

Hacía bastantes años que no veía una película de Gus Van Sant. Cuando era un adolescente, él representaba el cine independiente americano: libre, crudo, complejo. "Drugstore Cowboy" con Matt Dillon (1989) y "My own private Idaho", con River Phoenix y Keaunu Reeves (1991) se encuentran entre las primeras películas que me hicieron entender que se podía esperar del cine algo más que risas, lágrimas o acción, algo más difícil de expresar.


No sé si esas películas me seguirían gustando hoy en día, pero en todo caso le perdí la pista. Después de un fracaso, se dedicó a películas con aspiraciones más comerciales: la fría "Todo por un sueño" con Nicole Kidman (1995), la simpática "El indomable Will Hunting" (1997) con Robin Williams y la blanda "Finding Forrester", con Sean Connery (2000). Se limitaba a prestar su nombre y su oficio a productos hollywoodienses relativamente formateados, más bien almibarados, con algún toque de originalidad y de denuncia social.

Empezó a dar señas de querer volver a un estilo más personal con un proyecto rayano en lo absurdo: una reconstitución plano a plano de "Psicosis" (1998), pero fue con "Gerry" (2002), un pequeño experimento personal casi sin presupuesto, y sobre todo con "Elephant" (2003), un film sobre las masacres en los institutos norteamericanos, cuando recuperó el estatus de autor americano por excelencia. A ésta han seguido "Last Days" (2005), sobre el suicidio de Kurt Cobain y "Paranoid Park" (2007), tercera película sobre la juventud contemporánea, su relación con la violencia y sus dudas permanentes.


"Paranoid Park" narra cómo un "skater" adolescente se ve implicado en el asesinato accidental de un guardia de vías de tren. A decir verdad, la historia en sí tiene poca importancia, si bien Van Sant utiliza a ratos técnicas de suspense e intriga. Lo interesante de la película es cómo está narrada: el protagonista decide escribir lo que le ha ocurrido, pero como no está acostumbrado a escribir ni tiene una visión objetiva, las cosas vienen a trompicones, atropelladamente. La narración imita los mecanismos de la memoria: por ejemplo, la escena clave del asesinato llega tardíamente y el propio narrador admite que era como si la hubiera borrado de su memoria durante días.

El estilo del director también imita los caprichos subjetivos de la memoria, estirando escenas aparentemente banales y dejando pasar inopinadamente escenas objetivamente cruciales. El asesinato, la primera experiencia sexual o el drama del divorcio de los padres no parecen tener más importancia que una visita al cuarto de baño, pero la cámara se regodea durante minutos enteros en los estéticos saltos ralentizados de los "skaters" o en los paseos del protagonistas por los pasillos del instituto. Estamos en la mente del chaval, atrapados en su narración subjetiva de los hechos: sólo vemos lo que su memoria quiere recordar y vamos a tener más tiempo y más detalles dedicados a cosas que pueden parecernos banales, pero son importantes para él.


Es curioso el uso que se hace del sonido en "Paranoid Park": en general, la banda sonora es densa y caprichosa y contribuye a formar la impresión de que nos encontramos en el interior de un flujo de consciencia y no en una narración de corte clásico. Las escenas al ralentí suelen estar acompañadas de piezas electrónicas de ritmo huidizo y con un poderoso efecto atmosférico, en particular en una preciosa escena bajo la ducha. Lo más original, sin embargo, es la recuperación de numerosos tramos de la banda sonora de "Giulieta degli Spiriti" de Fellini, compuesta por Nino Rota, ya desde el plano de apertura. Este elemento totalmente exógeno viene a introducir contrapuntos interesantes: en un momento casi godardiano, la reacción airada de la novia a la que el protagonista está dejando queda cubierta por un pequeño aporte de la banda sonora de Rota. Simplemente porque a él le trae sin cuidado lo que ella diga y está en otra parte (el conjunto de la película se puede leer como una iniciación a la homosexualidad). El toque mágico y etereo de las composiciones de Nino Rota sirve aquí el mismo propósito que en la película de Fellini, el de subrayar la capacidad que tiene la imaginación de imponerse sobre la realidad.
"Paranoid Park" es una película original e interesante, además de entretenida y por momentos realmente bonita. Sin lanzarse a lo abiertamente experimental ni perder en ningún momento el hilo narrativo, Van Sant busca maneras de expresar cosas que son difíciles de captar con métodos clásicos, en parte porque se niega a usar los diálogos como canal de expresión de los pensamientos del protagonista. Ante todo, la película es fruto de un supremo esfuerzo por entender lo que para un adulto normal parece incomprensible: qué pasa por la mente de un chico así.


Pocos después de terminar "Paranoid Park", ya estaba Van Sant trabajando en "Milk" (2008), un obra de naturaleza totalmente distinta: se trata de un film histórico, una biografía política para consumo de la clase liberal americana, defensores de los derechos de los homosexuales. Es también, volviendo al estilo de sus películas anteriores a "Gerry", un vehículo para que un actor famoso, Sean Penn, se luzca. Se luce tanto que hasta le han dado el Oscar.

El director toma partido por una realización lineal, cronológica y perfectamente legible, de principio a fin. Practicamente, salvo en elementos aislados, parece como si el director se negara a poner en práctica las enseñanzas de sus experimentaciones anteriores y quisiera sobre todo crear un vehículo para la historia que tiene que contar. A decir verdad, lo más probable es que los productores no le dejaran elección, pero no hay que descartar que fuera la voluntad del propio director: concentrarse en la historia.


El resultado es una película interesante que no llega nunca a ser apasionante. Sean Penn hace un trabajo excelente, muy creíble, y el éxito de la película se apoya en gran medida sobre él . Los aspectos personales de la historia son relegados a un segundo plano, en favor del análisis histórico de la emergencia de un movimiento gay en San Francisco: según he leído, había muchas más escenas de sexo pero en el montaje Van Sant decidió concentrarse en el aspecto político de la historia. Hay muchas cosas interesantes, como por ejemplo la ambigüedad de la relaciones de este movimiento poco estructurado con el Partido Demócrata o la emergencia paralela de un movimiento conservador como reacción al liberalismo reinante en los sesenta. Es el nacimiento de la "guerra de valores", en que cada bando intenta estructurarse para defender sus valores morales y/o religiosos, esa guerra a la que se supone Obama quiere poner fin. Diría que lo que narra la película también es el origen de lo que hemos vivido en España alrededor del matrimonio homosexual.

"Milk" me habla mucho más a la mente que al corazón y, si no fuera por Sean Penn, me dejaría un poco frío. Incluso la secuencia final del doble asesinato, con esos mismos movimientos de cámara por los pasillos recurrentes en "Paranoid Park" no adquiere aquí el peso esperado: el plano que utiliza la ópera "Tosca" como metáfora me resulta forzado y la secuencia final de la procesión con velas un poco lacrimógena. Y no puedo evitar preguntarme qué habría sido "Milk" si Gus Van Sant la hubiera concebido como sus anteriores películas, como un flujo de conciencia, como una puesta en imágenes, tiempo y música de la visión subjetiva de un individuo desorientado.

Posiblemente una gran película, pero parece que no podía ser: "Milk" es una película histórica, cuyo compromiso con la objetividad fría de una mirada externa es de orden moral.



2 comentarios:

Travis dijo...

Paranoid Park, qué gran peli, a medida que pasan los días me va gustando más, un ejercicio de estilo y de narratividad excepcional. No he entendido muy bien lo que dices de que la peli "se puede leer como una iniciación a la homosexualidad". Y tienes razón, la música de Rota (mi compositor de BSO favorito) le da un toque mágico a la cinta.

Respecto a Milk está muy bien, pero creo que se decanta más por el lado hollywoodiense de Van Sant que por su lado más indie, aunque hay toques de su excelencia extendidos y tiene un guión interesante.

Kamosisa dijo...

Hola nacho y hola travis. No he visto polaroid de modo que no puedo opinar sobre ella. Gus van sant es uno de mis directores favoritos desde mi idaho privado y drugstore cowboy. Como bien dice nacho, narra sensaciones difíciles de explicar con palabras. Es cine en estado puro. Creo que milk es una gran película pero el tema me toca de una manera personal, y eso me hace no poder verla con objetividad. Lloré con la película. La mayoría de homosexuales que conozco, también. Cuenta los orígenes de nuestra lucha, sin excesos, con gracia, con elegancia. La historia es fuerte, porque es histórica también. Es una magnífica película histórica, de una época, y es un buen filme. No sé. Esta es mi opinión. Y de nuevo, creo que sean penn es el mejor actor de la actualidad. un saludo a todos!