29.9.06

La imagen y el discurso


Es probable que la situación política francesa no interese a los pocos lectores, todos hispanófonos, que visiten esta página, pero ne puedo resistir comentar el fondo del enfrentamiento que está teniendo lugar en el seno del Partido Socialista para designar al candidato para las próximas presidenciales, en la primavera de 2007.

La situación que conoce ahora el Partido Socialista, con un favorito en los sondeos (Ségolène Royal) y un contrincante sólido (Dominique Strauss Kahn) no es nueva: para las elecciones de 1981, el mismísimo Mitterrand era mucho menos popular que Michel Rocard y, sin embargo, el primero fue el candidato y el primer presidente de izquierdas de la V°República. En otros términos, el Partido Socialista tiene una dinámica propia, que no reflejan fielmente los sondeos y me niego a pensar que la suerte está echada.

Ségolène Royal tiene algo más de 50 años, ha sido varias veces ministra, si bien en ministerios considerados "menores" y, en un principio, era una candidata como cualquier otra, sin el necesario peso específico en el seno del Partido. Lo que ha hecho de ella la favorita ha sido su popularidad, en buena medida basada en la imagen y en una cierta tendencia a darle importancia a los "debates" sin realmente tomar posición. Adopta una táctica inteligente y por ahora eficaz: confiar en la simpatía que despierta, evitar tomas de posición demasiado frecuentes y limitarse a dos o tres temas importantes para los electores y que concuerden con su imagen (en especial, su insistencia sobre la calidad y eficacia de los servicios públicos) o que compensen sus deficiencias (tomas de posición rigoristas sobre temas de seguridad, para no dar la impresión de ser "floja"). Lidiando con un debate o una intervención pública, Ségolène es decepcionante: lenta, dubitativa, recurre con facilidad a tópicos vacíos y repite con frecuencia las mismas ideas con las mismas palabras.

En cambio, Dominique Strauss Kahn, ex ministro de Economía y Finanzas, tiene una carrera política en realidad menos dilatada en el partido que la de Ségolène, pero un peso específico mucho mayor. DSK, como le llaman en Francia, es un hombre de una gran inteligencia, la verdad sea dicha. Es el ejemplo perfecto de la voluntad de síntesis entre la herencia del socialismo y la necesidad del reformismo, una "rara avis" de profundidad intelectual que creo que no tiene parangón en España. Su retórica es seductora sin ser tramposa y se inscribe en la línea de los grandes oradores del socialismo, manteniéndose siempre estrictamente fuera del populismo demagógico.

Sin embargo, hay varios elementos que hacen que Ségolène aparezca como una opción más "moderna", más adaptada a los tiempos que vivimos. En primer lugar, es cierto que ella tiene más imagen que retórica, pero el hecho es que las elecciones ya no se juegan en los grandes mítines ni en los viajes pueblo a pueblo, sino en los carteles, los spots, los reportajes "íntimos" y el aspecto que se ofrece en el encarte del telediario. La cuestión no es "ser" moderno, sino "parecer" moderno. En segundo lugar, ella es más joven: en un régimen político que a veces se asimila a una gerontocracia, su presidencia sería un balón de aire fresco.

Por último, y por encima de todo lo demás, ella es mujer. No es una cuestión baladí: proponerse como primera presidenta de la historia de Francia es una proposición en extremo seductora para la mitad femenina de la población y bastante atractiva para una buena parte de los hombres. Al mismo tiempo, me parece pueril querer elegir a alguien a un cargo político sólo porque sea mujer, o porque sea homosexual, o porque sea negro: tiene que tener cualidades propias. Lo que es en extremo delicado es que, cuando intento analizar las debilidades de Ségolène como candidata, no sé hasta qué punto estoy yo mismo guiado por el machismo integrado en mis estructuras mentales.

He navegado por internet y he visto videos de ambos candidatos (también he leído textos en el blog de DSK, pero he encontrado pocas cosas escritas por ella) y me parece inevitable notar la solidez de DSK y la fragilidad de Royal, no sólo en el modo de hablar, sino también en el fondo del debate. Mientras Ségolène repite lo de los servicios públicos aunque no tenga que ver con la cuestión, DSK realiza un discurso estructurado, informado y siempre, siempre, acompañado de referencias históricas de lo más peritenentes. Además, sabe adapatarse al público: ante las juventudes socialistas, relaja su pose y su vocabulario; ante los militantes de una región obrera, sabe ser a la vez cercano y distante; en un careo con un ministro de la derecha, es felino, ataca en el momento más oportuno y sin piedad. Ella, en cambio, parece incapaz de adaptarse a las circunstancias: tiene un tono monocorde, falsamente firme, esté donde esté.

Creo que es mi deber preguntarme si pienso esto por machismo, si una mujer siempre me parecerá frágil y un hombre sólido. Es posible, pero también Zapatero nos ha parecido a todos frágil como candidato, por mucho que fuera un hombre. Sin duda, estoy guiado por estructuras mentales que no controlo, pero tampoco me parecería justo dejarme acorralar por ese tipo de argumento inatacable: no te gusta Ségolène porque eres machista, atacas el marxismo porque eres burgués, no aceptas la psicología porque tienes miedo de tus propios fantasmas. Eso no son argumentos, son sofismos.

Sin embargo, como decía al principio, ella parece más adaptada a nuestros tiempos. Recordemos que también Zapatero era un candidato dudoso: carecía de muchos atributos clásicos del buen político (ese modo de imitar el tonillo de Felipe en sus discursos), el fondo de su pensamiento era confuso... pero ahora que gobierna, creo que ha ido estructurando un discurso sólido alrededor de su propia acción política, basado principalmente en la idea de la extensión de derechos, que es convincente y que me permite a mí, un chico joven, identificarme con su ideario y también con una buena parte de su acción. Puede que Ségolène también sea capaz de dar ese tipo de sorpresas agradables una vez en el cargo, pero no en ese mismo campo, en todo caso: está en contra del matrimonio homosexual, ha propuesto un sistema de encuadramiento de los jóvenes delincuentes por el ejército y una vez lanzó una andanada contra los tangas, sí, sí, los tangas, que resultaban perjudiciales para la dignidad femenina. En cuanto a identificarme con las ideas del candidato, prefiero a DSK con los ojos cerrados.

He de admitir que antes de investigar por internet yo mismo me sentía seducido por la idea de tener a Ségolène como candidata en Francia, principalmente por el hecho de ser una mujer que a la vez tiene una carrera de una cierta solidez a sus espaldas. Sin embargo, ahora vuelvo a mi vieja preferencia por DSK, un hombre al que siempre he admirado. La razón es simple: la opinión es voluble, muy volátil, y el candidato que sea designado por el partido se la jugará realmente en los careos con Nicolas Sarkozy, hombre imponente, de retórica brillante y algo populista. En mi opinión, Ségolène se desinflaría ante Sarkozy porque no sabe contraatacar, mientras que DSK sería capaz de reducir todos y cada uno de sus argumentos a nada, puesto que eso es lo que son.


Podeis ver à Ségolène en debate:

  • Aquí


  • Y a Strauss Kahn en acción:

  • Aquí


  • Por otra parte, DSK tiene un blog bastante interesante:

  • blogdsk.net


  • Royal tiene, en cambio una página en la que lanza debates y la gente hace sus comentarios y así se va escribiendo una especie de libro que se supone que será su programa. Ella lo llama democracia participativa, pero a mí me parece que se escuda detrás de eso para no pronunciarse con claridad:

  • desirsdavenir.org
  • 7 comentarios:

    Anónimo dijo...

    Sinceramente, Nacho, no creo poseer los elementos suficientes para poder juzgar a un candidato o a otro. Lo que diga el País Semanal (o el diario) sobre uno y otra es demasiado endeble. Aparentemente, me seducía la imagen y la figura política de Segolene Royal. Pero no he visto en mi vida a DSK de modo que sería imprudente defenderla frente a un nombre al que no pongo rostro. Sí que te voy a contestar, más profusamente, sobre algunas cuestiones más delicadas que has ido comentando en tu post. Dame algún día porque ando liadísimo (tengo que escribirte un e-mail en el te cuento novedades en mi vida que sin duda te sorprenderán... mucho). Estas cuestiones se refieren fundamentalmente a la cuestión de que Segolene sea una candidata mujer. No cierro mi argumentación, puesto que yo tengo también dudas al respecto, pero creo que hoy día no podemos hacer abstracción de ciertas cualidades de algunos políticos. Es decir, que una sea la primera presidenta de Francia creo que puede tener valor político en sí mismo, al margen de su valor intrínseo en otras áreas, no sé si me explico. Es decir, que pienso que nosotros, nuestro cuerpo, sexualidad, raza...etc también son atributos políticos, hoy más que nunca. Creo. No afirmo rotundamente. Estar continuamente aludiendo al valor intrínseco sin tener en cuenta que llegar a ciertos lugares con determinadas características (valor extrínseco, si se quiere) es también valor político. Ya te digo que espero poder responderte en mi blog con brevedad. Un fuerte abrazo.

    Nacho Asenjo dijo...

    Muy bien,

    me gusta el debate. Espero que haya quedado claro que yo tampoco cierro el debate. En lo que me cierro en banda es a aceptar la idea de que si no me gusta Segolene (o si le prefiero DSK) es porque es mujer: para preferirla necesito argumentos de peso. Yo también creo que la promesa de una mujer presidenta ya es un valor en sí, pero no me basta. Utilizo la palabra pueril para describir ese tipo de pensamiento. Quizás, en efecto, sea pueril, inocente, pensar que el hecho en sí de tener una mujer en la presidencia va a arreglar el problema de la mujer en la sociedad, como lo es pensar que el hecho de tener un gobierno con un 50% de mujeres puede solucionar el problema de los malos tratos en España. Lo que hace falta es un buen/a ministro/a de asuntos sociales y otro/a de justicia.

    Por otros tiros tendría que ir la argumentación si defendiéramos que el valor de la mujer en este caso es su capacidad para gobernar de otro modo, con un sentido del poder menos masculino. Ése es otro aspecto del debate.

    Espero tu respuesta, pero voy a estar muy desconectado un tiempo. Un abrazo.

    Anónimo dijo...

    Visto desde España lo que más llama la atención es el debate en sí mismo. El PSF tiene sin duda muchos defectos, pero cuando produce este tipo de debates traslada una sensación de pluralidad interna desconocida en los partidos españoles.
    Creo que ganará Royal. Zapatero ganó por el deseo de los militantes de algo nuevo, la solidez del discurso de DSK no podrá competir con la imagen de Ségolène, que es bien distinta a la de la de la tradicional clase política francesa. Ganará por eso, pese a la debilidad de su pensamiento y de sus ideas, el deseo de las bases de renovación de la política y de los políticos, el cambio generacional, etc.,como ocurrió en España con Zapatero, tiene más fuerza que la lógica de elegir al que parece mejor, porque es un político más sólido.

    Nacho Asenjo dijo...

    Muchas gracias, Fina, por tus comentarios.

    En efecto, al escribir el post he pensado mucho en Michelle Bachelet. La propia Ségolène quiso subrayar el paralelismo haciendo una visita a Chile durante la camapaña presidencial para subrayar su estatus de candidata mujer.

    Podría uno estar tentado de decir que el paralelismo entre Chile y Francia no es válido, pero creo que en lo que el machismo es un cáncer que sigue arraigado en casi todas la sociedades del mundo, con alguna excepción entre las cuales no se cuenta Francia. Por tanto, prácticamente todo lo que comentas sobre el que una presidenta llevaría a tratar temas como igualdad de género, discriminación o paridad es bien cierto. La propia Ségolène basa su idea de gobierno en una nueva forma de gobernar, a través de la participación y del debate, de los controles y los contrapoderes, y no de una centralización del poder. Sin duda, el hecho de ser mujer le da una cierta credibilidad a la hora de proclamar que aplicará tales principios.

    Sin embargo, me gustaría subrayar que el Gobierno Jospin (con Chirac de presidente y Ségolène de ministra) ya hizo una ley importante, aunque muy discutida, sobre la paridad obligatoria en las listas de candidatos de los partidos.

    En todo caso, celebro que la presidencia de Bachelet esté permitiendo remover los cimientos viciados por el machismo, no ya de una sociedad, sino en primer lugar del sistema estatal, que debe actuar de manera ejemplar para mostrar la vía en este campo y rara vez lo hace. El Estado, para su propio cuerpo y en sus relaciones con la sociedad debe aplicar aplicar el principio de no-discriminación a rajatabla y ése es el primer paso hacia una sociedad más igualitaria. Espero que en Chile las cosas sigan avanzando.

    Sin embargo, volvemos a lo mismo. Como tú bien dices, lo principal de un candidato es su programa. Suena a viejo, pero así es. Otro factor que siempre se ha considerado importante es el carisma. He intentado demostrar en este post que Ségolène no tiene más carisma que DSK, sino más fotogenia. Sin embargo, quizás el carisma sea un concepto masculino, que hasta cierto punto se confunde con una cierta idea de la virilidad. Ahora que la política está (por fin) cambiando, extendiéndose a las mujeres y reduciendo la importancia de la capacidad que se la atribuye a un candidato de tomar decisiones difíciles en la soledad del poder absoluto, quizás sea hora de olvidar el concepto de carisma o de renovarlo, ponerlo al día. Inventemos un carisma femenino.

    antonioasencio dijo...

    Bien. El debate es bastante interesante. Propongo una nueva entrada, la que ha escrito mi jefa en el Área de Derechos Sociales en Diputación, Ana Gómez, que está entusiasmada con Segolene. Ana y otras mujeres de izquierdas de la política malagueña han abierto un blog donde exponen su punto de vista: http://malagaesprogresista.wordpress.com/
    Efectivamente creo que lo importante de un político es su programa. Pero, ¿cómo se hace el programa? ¿Hay una manera "masculina" y otra "femenina" de hacer los programas? Ahora te contaré lo que te sorprenderá y que no he tenido tiempo de escribirte en un mail detalladamente: estoy como coordinador técnico del programa electoral del PSOE para las municipales de Málaga (toma ya, en menuda me he metido!). Lo novedoso -y a la vez acojonante- del tema es el método que estamos empleando, muy Segolene: contratos-programa que firma la candidata con los colectivos. Nos reunimos con ellos, Marisa Bustinduy explica las líneas generales del programa y escucha las demandas de los colectivos para Málaga. No se firma cualquier cosa: si se considera que no es viable o no se ajusta a un concepto socialdemócrata, el PSOE no firma el contrato-programa. Creo que aparte de tirar mi salud por la borda reuniéndome semanalmente con varios colectivos, esta fórmula es acertada. Es decir, tal vez se terminaron los tiempos de un partido fuerte y masculino (en el sentido de que es el partido el que manda, propone, dispone y ejecuta unidireccionalmente) y estamos en la feminización de la política. El Partido abierto, que se deja "inseminar", que se abre a la ciudadanía. Tal vez sea eso, que Segolene no tiene un proyecto fuerte, pero sí un método de proyecto fuerte. Ahora, ¿esto es una moda, o es una tendencia consolidada? Estoy leyendo a Jordi Borja, "La ciudad conquistada", y creo que no es ni una cosa, ni la otra: es ideología, en el sentido de zizek. El medio, el método, es el mensaje. Cuando me propusieron encargarme de esto, acepté porque no seré yo (en calidad de técnico) u otros políticos del PSOE los que elaboren el programa, sino que será un trabajo conjunto o participado. ¿Más democrático? Un texto múltiple. Entonces dije que el proyecto era circular: nuestro programa incluye el cómo escribimos el programa. El relato es el proceso de escritura, no el libro final. Y por eso, lo fascinante es que el programa se deje a sí mismo abierto y sin cerrar, "en proceso", podríamos decir, si se ganasen las elecciones, en proceso de escribir conjuntamente con los ciudadanos. Esto quiere decir que la democracia se descentralizaría temporalmente, de una convocatoria a las urnas cada 4 años a un proceso continuo y dinámico. Bueno, espero no aburrir. Todo esto es la teoría. Veremos a ver si cuaja. Pero creo que es un proceso que se está dando en muchos sitios. Y creo que hay que explorarlo, porque lo otro ya lo conocemos.

    Espero tu respuesta. Y por cierto, lo de David Leo, es que lo conocí personalmente. Me lo presentaron unos amigos periodistas muy jóvenes que me he echado. Es un adolescente. Tímido, camina por la acera queriendo ser un chico más, y lo consigue. Viste con vaqueros y camisetas. No le interesa la política y por la noche sale a las discotecas. No fuma, no toma drogas ni tiene vocación de maldito. En eso, estos chicos de 18 y 20 años de ahora no son como éramos nosotros. Nuestra generación está a medio camino entre el autor y la persona, entre el individuo y la pluralidad. De nuestros padres heredamos la épica de su tiempo. Pero evolucionamos en un mundo fragmentado que se ríe de la épica. Estos chicos, ni siquiera saben qué es la épica. No conciben relatos fuertes. ¿Se terminaron también los poetas-autores, los personajes únicos y diferentes? Todo tiene un hilo conductor... parece.

    Espero ansioso tus reacciones ante toda esta información. Un abrazo muy fuerte. Se te echa de menos pero los blogs nos unen. Benditos blogs.

    Anónimo dijo...

    querido Nacho:
    Me gusta la coherencia de tu artículo a pesar del sesgo de género que contiene y del que afortunadamente tú mismo te percatas. DSK tiene,según tu descripción, el perfil adecuado para ser lo que debe ser: MInistro de Economía. En los tiempos que corren Para gobernar un país es necesario rodearse de los mejores gestores pero para ser favoritA,candidatA y finalmente PresidentA, hace falta vocación política repleta de sentiido común, pragmatismo, cercanía a los problemas, experimentación y la dosis justa de tecnocracia.(una presidenta de gobierno socialista como afirma nuestro Antonio,no es una simple gestora de programas públicos (uff los que trabajamos para la administración conocemos ese perfil!!!!!va de retrooo!)es una fabricante de propuestas basadas en los valores de nuestra ideología y sobre todo una persona que cree profundamente en lo que hace y que no tiene miedo a romper con los esquemas sociales y políticos establecidos.
    Un saludo,
    PD. Admiro muchísimo a tu padre.

    Nacho Asenjo dijo...

    Queridos Antonio y Ana (esto suena a dúo musical setentero).

    Fuera de coñas, lo primero es que me encanta que haya movimiento en este blog. Al escribir el artículo, me daba cuenta de que hay materia para la polémica. Habeis levantado dos cuestiones muy interesantes:

    La primera, la de Ana, es la de la subjetividad inherente en la percepción de un "buen" o un "mal" candidato. Hay muchos criterios, desde los prácticos (ganar las elecciones) hasta los ideológicos (representa un proyecto realmente socialista), pasando por las simpatías personales (es joven, es guapo/a) y más elementos menos confesables. La inclinación resultante por un candidato es radicalmente subjetiva y, como he intentado demostrar, en esa subjetividad entra incluso el machismo estructural en mi (nuestro) modo de pensamiento. Por eso me refería a la idea de carisma como algo estructuralmente masculino.

    La segunda, y en fluida transición, esa idea de carisma está asociada a una visión vertical y centralizada del poder. Se trata, si quereis, de la idea del Commander in Chief, el hombre capaz de tomar decisiones drásticas bajo la mayor presión imaginable. El debate actual sobre Hillary en EEUU lo demuestra ("Is she a commander in chief?") demuestra hasta qué punto está costando desligar masculinidad y poder político. Esa "feminización" del poder iría de la mano, como también sugería la aportación anterior desde Chile, con una descentralización, una democratización, una apertura, una escritura conjunta de las reglas del juego, unas decisiones compartidas, un reforzamiento de los contrapoderes... Lo que me cuentas, Antonio, es intersantísimo y ojalá que dé sus frutos.

    Sin embargo dos objeciones.

    En primer lugar, ese lazo que acabo de establecer entre feminización del poder político y desarrollo de la participación continua en el proceso democrático, me parece frágil. La necesidad de la descentralización y control del poder y de la apertura democrática es un hecho que se constata a través de la baja participación a las elecciones o las carencias cuasi estructurales de los partidos como órganos de representación de la sociedad, como correas de transmisión. Es un problema transversal de nuestras democracia. La "feminización", como mucho, no sería más que una parte de la solución del problema.

    En segundo lugar, en cuanto a los procesos para la puesta en marcha de la democracia representativa, creo que chocamos permanentemente con un problema esencial y de difícil solución. El de la representatividad: a través de tu experiencia actual, Antonio, podrás decirnos si crees que los colectivos con los que te reúnes son realmente representativos. Por mi experiencia (en París), rara vez es así, por una razón muy simple: las personas que se involucran en esos colectivos responden a un cierto perfil sociológico e ideológico y defienden unos intereses que a menudo son más bien minoritarios. Al reunirme con representates de colectivos de barrios marginales, me daba cuenta que los únicos inscritos eran los pocos representantes de clase media que había en el barrrio. El desinterés por la política aleja a la gente normal incluso de la asambleas de barrio. Esa es mi experiencia.

    Es decir que la extensión de la democracia más allá del voto cada cuatro años es una tarea titánica. Ha llevado siglos inventar la democracia representativa y sólo se ha conseguido a través de un ardid: el voto opera una transformación de la persona elegida en representante de esas personas, independientemente de sus orígenes, de su nivel de vida, de su género... es lás, el diputado por Málaga representa a toda la nación, aunque lo hayan elegido los malagueños. Es una abstracción, ciertamente, pero ha sido la solución mágica. Ahora necesitamos más: podemos inventarnos otro ardid abstracto o intentar partir de la realidad. Ardua tarea.