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7.7.11

Los niños perdidos y la memoria olvidada

Leo en el International Herald Tribune un artículo sobre una de las más sórdidas historias que se han oído en España en los últimos años: el caso de lo bebés subrepticiamente abducidos y vendidos para adopción hace algunas décadas. Ya había oído hablar de ello y lo cierto es que estas historias me ponen los pelos de punta. Las declaraciones de los padres víctima de estos crímenes son conmovedoras, en particular la imposibilidad autoimpuesta de contestar la autoridad del médico que les aseguraba que su recién nacido acababa de morir y les recomendaba que se abstuvieran de ver el cadáver por el choc emocional que les iba a suscitar o les enseñaba el cadáver de una niña cuando los padres sabían que su hijo era varón. También son fascinantes las esfuerzos de los hijos por reconstruir tantos años después la ruta criminal que había a su abdución y venta a los que finalmente serían sus padres, para bien o para mal. A mí, que soy padre adoptivo, intentar ponerme en la piel de esos padres que pagaron por un hijo robado (o que no querían saber si era robado o no) me da escalofríos. Al generar esa demanda eran en parte responsables del crimen, de eso no cabe duda. Y sin embargo,en cierto sentido, también ellos eran vícitmas: de la esterilidad, de la presión social, de la falta de otros medios para obtener lo que sentían que necesitaban.

Más allá de estas sensaciones, que son naturales y compartidas por todo aquel que oíga estas terribles historias, del artículo me ha interesado un punto muy específico y que ignoaraba: el escándalo empezó a desvelarse a través de las investigaciones encargadas por el juez Baltasar Garzón sobre niños abducidos como parte de la inexorable mecánica de castigo del bando perdedor que siguió al final de la Guerra Civil y establecimiento de la dictadura franquista. Según parece, fue al tirar del hilo de estos casos expresamente políticos de los primeros años del régimen cómo se fue descubriendo una práctica que pasó a ser burdamente criminal con objetivos comerciales y que implicó a médicos, enfermeras, monjas y quizás enterradores, extendiéndose hasta los años setenta y quizás más allá. Al levantar una esquina de la manta se pudo ver la profunidad del lecho.

Esta constatación me reafirma en mi apoyo incondicional a la iniciativa de Garzón por recuperar la memoria de los crímenes del franquismo. Por decirlo en una palabra y con toda claridad, abrir tumbas. Dejar salir a los fantasmas. Abrir la caja de Pandora de nuestro pasado político más reciente. No me siento ni mucho menos en situación de criticar a aquellos, la generación de mis padres, que optaron por el silencio y el olvido como única vía hacia la convivencia pacífica y hacia la democracia. Dadas las circunstancias, sólo puedo decir que hicieron bien, muy bien y a los resultados me atengo: una democracia relativamente decente y relativamente sana en la que yo y todos los de mi generación y mlas que han seguido no han conocido más que la libertad más absoluta. En ese sentido comparto con Javier Cercas el desdén hacia los jóvenes que se empeñan en denostar la transición que realizó nuestro país como una cobardía. Yo creo, como muchos otros, que fue un proceso heroico y ejemplar y el propio Cercas a cantado un himno a esos héroes olvidados.
Foto de Laura León para el IHT

Pero ha pasado el tiempo y es inútil creer que una democracia seria se puede construir sobre el olvido. El tabú de los crímenes del franquismo es una losa que nos impide entendernos a nosotros mismos. El caso de los niños abducidos es un ejemplo claro de ello: sólo gracias el pacto del silencio ha podido permanecer tantos años escondido y, como él, seguramente muchas otras actividades criminales caen en el olvido por el empecinamiento de una buena parte de nuestra sociedad y de nuestra clase dirigente en mantener el tabú sobre los crímenes políticos del franquismo. La frontera entre crímenes políticos y civiles es demasiado fina en una sociedad tan amplia y compleja como la española en un régimen dictatorial obsesionado por el control de su súbditos.

Abramos las tumbas, sepamos quién murió, cuándo, dónde y a manos de quién. Recuperemos lo que hemos necesitado olvidar para llegar hasta aquí. Para mí, no se trata de meter a nadie en la cárcel; se trata de saber, de entender, de comprender quiénes somos.

23.1.09

La carne de los Dioses: "Frost/Nixon" y "The Sun"

Ahora que Barack Hussein Obama acaba de tomar posesión de su cargo como Presidente de Estados Unidos en un ritual político de naturaleza cuasi-religiosa, creo que es un buen momento para comentar las dos películas que acabo de ver, que hablan, ambas, de cómo el poder transforma a los hombres.


La primera, "Frost/Nixon", es una reconstitución de la serie de entrevistas que el periodista inglés David Frost hizo al ex-presidente Richard Nixon, meses después de que éste se viera obligado a dimitir de su cargo bajo la amenaza de un proceso de "impeachment" a raíz del escándalo de Watergate. Como decía hace unos días de "La Guerra de Charlie Wilson", aquí lo importante no es el director, sino la idea, el concepto que el film vehicula. Ron Howard es un profesional de Hollywood, un espcialista en taquillazos mediocres como "Una Mente Maravillosa" o "El Código Da Vinci"; en este caso tiene el buen gusto de filmar con sobriedad y sin dramatismo, respetando la naturaleza del proyecto. Lo importante es el material de origen: una obra de teatro de Pater Morgan, que se estrenó en 2006 en Londres con gran éxito de crítica.

La película trata tanto sobre Frost como sobre Nixon, sobre el poder de los medios de comunicación como sobre la corrupción del poder político. Con acierto, los productores han mantenido a los actores que les interpretaron en escena y la película, gracias a ellos y a la sobriedad de Howard, consigue concentrarse en lo esencial.


Es la historia de cómo Frost consiguió que Nixon admitiera por primera vez en público su implicación en el escándalo de Watergate (sin consecuencias legales, pues había recibido el perdón absoluto de su vice-presidente y sucesor en el cargo, Gerald Ford). Todo el interés de la película radica en esos pocos minutos y en sus implicaciones históricas. Me quedo con dos elementos:

Nixon admite que lo que hizo era ilegal, pero afirma a la vez que no lo era, puesto que era Presidente en aquel momento. El Presidente, en su opinión, está por encima de la ley. Esa posición tan insultantemente anti-democrática traiciona una concepción mística del poder. El Presidente no es un hombre; es una entidad de poder; está por encima de sus súbditos y la ley no le alcanza. Es un Dios. Nixon había creído ser Dios y eso le había deshumanizado. Sólo en el momento en que admite su error ante las cámaras vuelve a ser hombre a ojos de todos nosotros.

El único error de Howard en la dirección es querer añadir una pátina de realismo al poner a algunos de los actores que interpretan personajes secundarios haciendo declaraciones desde el momento presente, facilitándonos una interpretación de los hechos que, por obvia, es inútil. En uno de esos momentos se subraya algo importante: la naturaleza misma de la entrevista televisiva hace que ese proyecto de entrevista seria, llena de gravedad histórica, parezca utópico: la imagen simplifica, el tiempo es limitado, el montaje rompe la lógica para recrear una artificial. Una entrevista televisada no puede valer un buen libro: siempre se pierden demasiados detalles y todo se reduce a pequeñas frases o interminables litanías. Al mismo tiempo, nadie puede subestimar el poder de la imagen, de ver al propio Nixon admitiendo la verdad ante millones de personas; su poder de convicción es mucho mayor que el de un libro. Ese poder reduccionista de la imagen es un arma de doble filo: puede banalizar lo complejo o puede sublimar lo que las palabras solas no consiguen encerrar.


La segunda película, "The Sun", es la historia del hijo de la Diosa Sol. Ese Dios quiere dejar de serlo y convertirse en hombre. A sus súbditos, que le adoran como un Dios, les dice: "mi cuerpo es como el tuyo", pero estos se niegan a aceptarlo y él queda condenado a vivir encerrado en ese estatus, sin poder ser hombre. Un día, parece que llega el final de todo; un poder avasallador ha destrozado su reino. Una especie de demonio le hace llamar y él acude. El pacto del Diablo es sencillo: dame el poder y haré de ti un hombre. El Dios acepta y el Diablo envía a su casa a fotógrafos, que toman fotos de él, las muestran a sus súbditos y dicen: "Ved, es un hombre". Ya es un hombre, tiene mujer e hijos, tiene un cuerpo, una sonrisa. Toda una nueva vida le espera.

En otras palabras, "The Sun", de Alexander Sokurov, es la historia del Emperador Hirohito en el momento de la derrota definitiva de Japón y de su relación con el general McArthur. Sokurov la narra como un cuento tétrico, lleno de detalles y resumido en una serie de largas escenas. El estilo de este director ruso puede crispar a mucha gente, sobre todo por su lentitud, pero yo creo que pocos directores son capaces de crear una atmósfera tan particular y personal y de contar una historia que todos conocemos de un modo tan oblicuo, dando su propia interpetación literaria de los hechos históricos. Creo que "The Sun" es una gran película y estoy deseando ver otras obras de Sokurov, empezando por las otras componentes de su serie sobre hombres de poder, en que se inscribe ésta: "Moloch", sobre Hitler y Eva Braun; "Taurus", sobre Lenin.


Y de nuevo el poder de la imagen: las fotografías de ese Dios al que nunca habían visto desmuestra a los japoneses que el Emperador realmente existe, que es un hombre con un cuerpo que la luz no atraviesa. Esas fotografías tenían mucho más poder que mil razonamientos.

La carne de los Dioses.

11.9.08

Sarah Palin, conservadora, madre trabajadora.

Ha pasado ya una semana desde que John McCain presentara a su candidata a la vicepresidencia, Sarah Palin, gobernadora de Alaska. A pesar de una serie de revelaciones tempranas que parecían indicar que se trataba de una elección muy equivocada, lo cierto es que parecen formar un muy buen equipo y esta madre de cinco hijos ha electrizado su candidatura.


La elección del "running mate" sigue un principio muy sencillo: debe completar al candidato y en particular cubrir sus defectos. McCain tiene dos grandes defectos. Para empezar, es demasiado viejo, de eso no cabe duda: tiene 72 años y alguien ha creado una página web que se dedica a recopilar cosas y personas que son más jóvenes que él, entre los cuales se encuentra Dick Cheney... Su segundo gran defecto es que no es lo suficientemente conservador en temas sociales. Mal acostumbrados después de ocho años con Bush, los movimientos conservadores que constituyen una parte importante de la base electoral del Partido Republicano, muestran un gran escepticismo hacia McCain, un candidato que se ha mostrado a favor del matrimonio homosexual, que no es particularmente firme en su condena del aborto, que se ha divorciado varias veces... En fin, un desastre.

Por lo tanto, Palin. Sarah Palin es joven (tiene 44 años), es muy firme en sus convicciones conservadores y además es mujer. El hecho de que provenga de Alaska es un plus en un momento en que McCain intenta un delicado juego de equilibrismo: robar a Obama el mensaje anti-establishment del "cambio" a pesar de ser el candidato del partido que gobierna desde hace ocho años y de haber recibido el apoyo explícito del presidente a su candidatura. Su status de perenne "maverick" del partido lo hace relativamente creíble, pero la elección de Palin como compañera de ruta refuerza sus argumentos. Viniendo de tan lejos, Palin da una impresión incluso geográfica de querer ir a Washington para cambiar las cosas.

Creo que esta viñeta de Tom Toles para el Washington Post (Jueves 5 Sept.) refleja muy bien la incredulidad de los liberales ante esa estrategia: McCain dice "Cuidado Sr. Bush. A excepción de la política económica, la política energética, las cuestiones sociales, la política fiscal, la política internacional, las nominaciones a la Corte Suprema y las políticas al estilo de Karl Rove, vamos allí a darle la vuelta a las cosas." Y abajo, añade: "Y gracias por su apoyo a mi candidatura".



Pero creo que hay algo intrigante en el conservadurismo femenino de esta mujer. Palin está intentando casar su imagen de mujer política dura, fiel a sus principios y trabajadora hasta la extenuación con la de madre matrona de familia numerosa. En España, la experiencia de Carme Chacón, primero como candidata embarazada a las elecciones en Marzo y luego como parturienta y madre a la par que ministra de Defensa, nos ha parecido la continuación lógica de una tradición política que asimila la idea de madre trabajadora al movimiento progresista. En otras palabras, nos gusta pensar que los progresistas defendemos la integración de la mujer al mercado laboral y la compatibilidad de la carrera profesional con los deberes familiares, conceptos que necesariamente implican también una revisión del papel tradicional del hombre en el hogar, mientras los conservadores defienden una visión más tradicional de la mujer ama de casa: niños, cocina e iglesia, como dicen los alemanes.

Creo que el caso de Palin demuestra que ciertos aspectos del feminismo que sentimos como patrimonio de la izquierda están intengrándose en el "mainstream", pasando a formar parte de la cultura cívica democrática y que el conservadurismo se los puede apropiar de manera legítima, dándole además un toque propio.


Siendo Gobernadora de Alaska, Sarah Palin escondió su último embarazo hasta el octavo mes y, horas antes de parir en su propia ciudad, se encontraba dando un discurso en la otra punta del país, en Texas, a diez horas de viaje con un cambio de avión incluido. Según se dice, Palin fue a echar el discurso habiendo roto aguas horas antes. Tres días después de parir, volvió al trabajo, lo cual ya es tres veces más que tras su anterior parto. Para compensar, su marido cogió una baja de varias semanas, como ya ocurrió tras los cuatro partos anteriores. Lo más importante, desde el punto de vista de su imagen como candidata, es el hecho de que ella supiera que su hijo tendría síndrome de down y se negara a abortar. Cuando tiene a su hijo en brazos delante de una muchedumbre, ofrece en realidad la prueba palpable de sus convicciones antiabortistas.

Creo que la izquierda se tiene que acostumbrar a que la derecha acabe por robarle este tipo de ideas y entender que eso le obliga a generar constantemente nuevas ideas que definan su identidad.

Post-scriptum: Por cierto, me da la impresión de que cada vez hay más mujeres de izquierdas que, extenuadas por el esfuerzo de compaginar maternidad y carrera profesional, reniegan de la idea de la mujer trabajadora. No es que nadie me fuerce, dicen, es que quiero ser ama de casa. No las culpo.

29.9.06

La imagen y el discurso


Es probable que la situación política francesa no interese a los pocos lectores, todos hispanófonos, que visiten esta página, pero ne puedo resistir comentar el fondo del enfrentamiento que está teniendo lugar en el seno del Partido Socialista para designar al candidato para las próximas presidenciales, en la primavera de 2007.

La situación que conoce ahora el Partido Socialista, con un favorito en los sondeos (Ségolène Royal) y un contrincante sólido (Dominique Strauss Kahn) no es nueva: para las elecciones de 1981, el mismísimo Mitterrand era mucho menos popular que Michel Rocard y, sin embargo, el primero fue el candidato y el primer presidente de izquierdas de la V°República. En otros términos, el Partido Socialista tiene una dinámica propia, que no reflejan fielmente los sondeos y me niego a pensar que la suerte está echada.

Ségolène Royal tiene algo más de 50 años, ha sido varias veces ministra, si bien en ministerios considerados "menores" y, en un principio, era una candidata como cualquier otra, sin el necesario peso específico en el seno del Partido. Lo que ha hecho de ella la favorita ha sido su popularidad, en buena medida basada en la imagen y en una cierta tendencia a darle importancia a los "debates" sin realmente tomar posición. Adopta una táctica inteligente y por ahora eficaz: confiar en la simpatía que despierta, evitar tomas de posición demasiado frecuentes y limitarse a dos o tres temas importantes para los electores y que concuerden con su imagen (en especial, su insistencia sobre la calidad y eficacia de los servicios públicos) o que compensen sus deficiencias (tomas de posición rigoristas sobre temas de seguridad, para no dar la impresión de ser "floja"). Lidiando con un debate o una intervención pública, Ségolène es decepcionante: lenta, dubitativa, recurre con facilidad a tópicos vacíos y repite con frecuencia las mismas ideas con las mismas palabras.

En cambio, Dominique Strauss Kahn, ex ministro de Economía y Finanzas, tiene una carrera política en realidad menos dilatada en el partido que la de Ségolène, pero un peso específico mucho mayor. DSK, como le llaman en Francia, es un hombre de una gran inteligencia, la verdad sea dicha. Es el ejemplo perfecto de la voluntad de síntesis entre la herencia del socialismo y la necesidad del reformismo, una "rara avis" de profundidad intelectual que creo que no tiene parangón en España. Su retórica es seductora sin ser tramposa y se inscribe en la línea de los grandes oradores del socialismo, manteniéndose siempre estrictamente fuera del populismo demagógico.

Sin embargo, hay varios elementos que hacen que Ségolène aparezca como una opción más "moderna", más adaptada a los tiempos que vivimos. En primer lugar, es cierto que ella tiene más imagen que retórica, pero el hecho es que las elecciones ya no se juegan en los grandes mítines ni en los viajes pueblo a pueblo, sino en los carteles, los spots, los reportajes "íntimos" y el aspecto que se ofrece en el encarte del telediario. La cuestión no es "ser" moderno, sino "parecer" moderno. En segundo lugar, ella es más joven: en un régimen político que a veces se asimila a una gerontocracia, su presidencia sería un balón de aire fresco.

Por último, y por encima de todo lo demás, ella es mujer. No es una cuestión baladí: proponerse como primera presidenta de la historia de Francia es una proposición en extremo seductora para la mitad femenina de la población y bastante atractiva para una buena parte de los hombres. Al mismo tiempo, me parece pueril querer elegir a alguien a un cargo político sólo porque sea mujer, o porque sea homosexual, o porque sea negro: tiene que tener cualidades propias. Lo que es en extremo delicado es que, cuando intento analizar las debilidades de Ségolène como candidata, no sé hasta qué punto estoy yo mismo guiado por el machismo integrado en mis estructuras mentales.

He navegado por internet y he visto videos de ambos candidatos (también he leído textos en el blog de DSK, pero he encontrado pocas cosas escritas por ella) y me parece inevitable notar la solidez de DSK y la fragilidad de Royal, no sólo en el modo de hablar, sino también en el fondo del debate. Mientras Ségolène repite lo de los servicios públicos aunque no tenga que ver con la cuestión, DSK realiza un discurso estructurado, informado y siempre, siempre, acompañado de referencias históricas de lo más peritenentes. Además, sabe adapatarse al público: ante las juventudes socialistas, relaja su pose y su vocabulario; ante los militantes de una región obrera, sabe ser a la vez cercano y distante; en un careo con un ministro de la derecha, es felino, ataca en el momento más oportuno y sin piedad. Ella, en cambio, parece incapaz de adaptarse a las circunstancias: tiene un tono monocorde, falsamente firme, esté donde esté.

Creo que es mi deber preguntarme si pienso esto por machismo, si una mujer siempre me parecerá frágil y un hombre sólido. Es posible, pero también Zapatero nos ha parecido a todos frágil como candidato, por mucho que fuera un hombre. Sin duda, estoy guiado por estructuras mentales que no controlo, pero tampoco me parecería justo dejarme acorralar por ese tipo de argumento inatacable: no te gusta Ségolène porque eres machista, atacas el marxismo porque eres burgués, no aceptas la psicología porque tienes miedo de tus propios fantasmas. Eso no son argumentos, son sofismos.

Sin embargo, como decía al principio, ella parece más adaptada a nuestros tiempos. Recordemos que también Zapatero era un candidato dudoso: carecía de muchos atributos clásicos del buen político (ese modo de imitar el tonillo de Felipe en sus discursos), el fondo de su pensamiento era confuso... pero ahora que gobierna, creo que ha ido estructurando un discurso sólido alrededor de su propia acción política, basado principalmente en la idea de la extensión de derechos, que es convincente y que me permite a mí, un chico joven, identificarme con su ideario y también con una buena parte de su acción. Puede que Ségolène también sea capaz de dar ese tipo de sorpresas agradables una vez en el cargo, pero no en ese mismo campo, en todo caso: está en contra del matrimonio homosexual, ha propuesto un sistema de encuadramiento de los jóvenes delincuentes por el ejército y una vez lanzó una andanada contra los tangas, sí, sí, los tangas, que resultaban perjudiciales para la dignidad femenina. En cuanto a identificarme con las ideas del candidato, prefiero a DSK con los ojos cerrados.

He de admitir que antes de investigar por internet yo mismo me sentía seducido por la idea de tener a Ségolène como candidata en Francia, principalmente por el hecho de ser una mujer que a la vez tiene una carrera de una cierta solidez a sus espaldas. Sin embargo, ahora vuelvo a mi vieja preferencia por DSK, un hombre al que siempre he admirado. La razón es simple: la opinión es voluble, muy volátil, y el candidato que sea designado por el partido se la jugará realmente en los careos con Nicolas Sarkozy, hombre imponente, de retórica brillante y algo populista. En mi opinión, Ségolène se desinflaría ante Sarkozy porque no sabe contraatacar, mientras que DSK sería capaz de reducir todos y cada uno de sus argumentos a nada, puesto que eso es lo que son.


Podeis ver à Ségolène en debate:

  • Aquí


  • Y a Strauss Kahn en acción:

  • Aquí


  • Por otra parte, DSK tiene un blog bastante interesante:

  • blogdsk.net


  • Royal tiene, en cambio una página en la que lanza debates y la gente hace sus comentarios y así se va escribiendo una especie de libro que se supone que será su programa. Ella lo llama democracia participativa, pero a mí me parece que se escuda detrás de eso para no pronunciarse con claridad:

  • desirsdavenir.org
  •